Conoce en este post el hermoso y útil árbol de jacarandá, una especie tropical que ostenta abundantes y fragantes flores de mucho colorido violeta y gran valor medicinal. Aprenderás sobre sus características, dónde crece, para qué sirve y qué aves suelen posarse en sus ramas.
Características del árbol jacarandá
El jacarandá es la especie de árbol de la familia Bignoniaceae, género que incluye unas cuarenta clases de árboles y arbustos autóctonos de las zonas de las tropicales de América Latina y el Caribe.
Es un árbol muy versátil que se adapta a las condiciones del terreno, por lo que ha sido llevado y plantado en varias zonas tan disímiles como Europa y Asia, donde ha prosperado sin mayores dificultades.
Pero también de las diversas especies del jacarandá, se distingue la de nombre botánico Jacaranda mimosifolia folia, la cual ha sido introducida en regiones en las que se ha adaptado perfectamente, tanto así que que es común encontrarla completamente integrado al nuevo hábitat.
Por su hermoso color púrpura y la forma que presentan sus flores al jacarandá se le conoce también como el “árbol lila”, “jacarandá azul” o árbol trompeta azul. En Biosfera Magaliesberg ofrece información sobre otras especies interesantes.
Se desarrolla preferentemente en zonas de abundantes precipitaciones, aun cuando se pueden plantar y prosperar en zonas más templadas bajo determinadas condiciones.
El jacarandá puede tener una completa exposición al sol en el clima adecuado, proporcionando un espeso y amplio follaje que brinda una excelente y acogedora sombra, motivo por el cual se emplea es frecuente verlo sembrado en muchas avenidas, veredas, paseos y calles amplias. Es por eso que también se la ha tildado de “árbol de calle”.
Puede alcanzar, en su época madura, entre 15 y 20 metros de alto y entre 10 y 17 metros de diámetro. Posee una copa irregular, a veces tipo ovoide y en sus primero años tiene un rápido crecimiento, pero luego se aletarga. Así también, puede crecer en un tipo de suelo arenoso, bien drenado con un pH que va entre 6,0 a 6,8.
El jacarandá es un árbol que no requiere de suelos especiales para desarrollarse, sin embargo, se recomienda un clima moderado, donde no se produzcan heladas frecuentes. Tal situación podría ocasionar que se mueran los ejemplares jóvenes. Se recomienda la lectura de biosfera de Sian Ka’an que presenta la variedad de flora en ese lugar.
Ofrece unas flores de mucho colorido en racimos color lilas que duran mucho, razón por la cual se emplea este árbol con fines decorativos.
Para obtener esta exuberancia y vistosidad requiere de riego regular, en especial en primavera unas dos veces a la semana y en veranos calurosos, todos los días, sobre todo a primera hora del día o al final de la tarde, a fin de que la planta no se queme con el Sol.
El jacarandá no requiere prácticamente ningún tipo de poda, solo con eliminar las partes más secas es suficiente.
Se debe agregar un abonado genérico para árboles en la etapa de crecimiento aplicado una vez al mes.
Hojas
El follaje del jacarandá consiste en hojas compuestas bipinnadas, que tienen pecíolos ramificados que los unen a pecíolos más pequeños, que a su vez están ramificados. Son muy parecidas las de los helechos. Normalmente miden entre 15 y 30 cm de largo y 16 o más pares de divisiones.
El jacarandá puede ser semi-siempre verde; es decir, que mantiene su follaje, o de hoja caduca, que en otoño pierde su color verde, se marchita y cae, dependiendo del clima.
La mayor parte de la floración se presenta al final de la primavera o principios del verano. No obstante, en zonas más cálidas, el árbol puede florecer en cualquier momento.
Ahora bien, sólo los árboles maduros son los que tienen flores, cuyos colores varían del púrpura al azul y al blanco. Aun cuando se puede cultivar jacarandá en recipientes temporales, éstos que crecen en interiores normalmente no florecen.
Es muy buscado por ser un árbol decorativo, por su exquisito color liláceo, su porte ligero y su talla media.
Durante la floración se producen en las copas las corolas con pétalos de un tono difícil de definir entre celeste y lila.
Este suele variar según el ángulo desde donde se mire, según la luz del momento, el fondo del cielo, sea azul o encapotado, y según los genes de cada ejemplar, que pueden ser de un color más intenso, casi azul violáceo. Hay especies de jacarandá de flores blancas.
Algunas corolas de jacarandás tienen pétalos unidos, con un solo plano de simetría. Las flores se agrupan en panojas terminales erguidas. Tienen de 3 a 5 cm de largo y forma de tubo, con una pequeña curvatura. Son polinizadas por insectos y picaflores.
Mientras se desarrolla la floración, las corolas se van soltando casi intactas desde la altura, quedando por momentos suspendidas en el aire por acción del viento, antes de caer y colorear el suelo de lila.
Se despliegan también durante la floración grandes hojas de verde intenso de hasta 60 cm, finamente divididas, con un impactante aspecto tropical.
En épocas de verano se han producido esporádicamente otras floraciones, que a veces duran hasta el otoño.
En esta etapa de otoño el follaje muestra un color más opaco, que se va degradando hacia fines del invierno o principios de la primavera, cuando amarillea y cae.
Frutos
El fruto del jacarandá es una cápsula seca y redonda de color marrón que tiene de 1 a 3 pulgadas de ancho, y se compone de dos capas muy duras, que tienden a abrirse cuando ya están maduras.
Se desarrolla, por lo general, a finales del verano. Las capas del fruto tienen bordes ondulados y que se abren al madurar, soltando las semillas livianas.
Semillas
Las semillas se encuentran en el interior de las cápsulas, envueltas por un vilano, especie de cubierta de pelusa y filamentos, largos y finos, que recubre las semillas.
Las semillas dentro de las capsulas son numerosas, pequeñas y planas, aladas, que miden entre 5 y 6 mm de largo y de 4 a 4.5 mm de ancho.
Son utilizadas para la reproducción del árbol, replantando las semillas o mediante esquejes de leño semimaduro de una rama, tallo o retoño injertados en sus ramas o tallo.
La reproducción mediante semillas es muy sencilla si se tiene cuidado y se respeta la temperatura ideal para la siembra, que es entre los 20 y los 30 ºC.
Para replantar las semillas, se toman directamente las capsulas del árbol cuando ya están secas, a punto de abrir, y se retiran las semillas, antes que se dispersen. Las que ya están en el suelo, probablemente ya no tengan semillas.
Preferiblemente propagar las semillas en un sustrato liviano que retenga el agua y se las cubre con una ligera capa de ésta. No se debe dejar que se seque el sustrato.
La mejor temporada para plantar las semillas es primavera, aun cuando, según el clima, puede hacerse también en otoño.
Cuando lo que se quiere es propagar ejemplares por características especiales que se quieren reproducir, tal como el color de sus flores, se puede hacer la plantación mediante esquejes de madera. La madera debe ser blanda y los esquejes, cortos, de unos 10 cm.
Procurar una temperatura óptima para alcanzar el enraizamiento, la cual debe ser cercana a los 20 °C, contando además con alta humedad ambiental, la cual es factible con una cámara con polietileno transparente.
Para este tipo de reproducción, que lleva un poco más de tiempo y dedicación, el sustrato debe ser poroso, a base de perlita y musgo, por ejemplo.
¿Dónde crece el jacarandá?
Aparte de crecer en forma espontánea en varios países de América del Sur, más comúnmente en Argentina, y Brasil y áreas caribeñas, el jacarandá se ha podido cultivar en países de casi todo el mundo.
Se puede hallar este árbol en varios países europeos como Italia, Portugal, España, particularmente en Málaga, en Estados Unidos al sur de California, en Florida, en suelos africanos como Sudáfrica, Botswana, Zimbabwe, Zambia, al igual que en regiones de América del Sur, como Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay y Paraguay y en territorios tan lejanos como Australia y Nueva Zelandia, en varios países asiáticos.
En muchos de estos sitios se han encontrado ejemplares extraordinarios que llegan a los cien años.
Hábitat
El mejor hábitat para el jacarandá es aquel en el que predominen áreas de luz solar directa y cuyos suelos ofrezcan ricos nutrientes a las raíces y que drenen bien.
De no haber un buen drenaje, muy probablemente el árbol puede contraer la putrefacción de la raíz del hongo.
Además, si se planta cerca de una acera, sus raíces pueden levantar las aceras o convertirse en un obstáculo al cortar el césped.
Debido a que su hábitat natural es moderadamente seco, el jacarandá florece más intensamente después de un invierno con un mínimo de lluvia y crece mejor en un suelo bien drenado.
En las zonas en las que no hay heladas, el jacarandá es usado como el árbol ornamental más popular.
Clima
La especie prospera mejor en aquellos lugares de clima suave, con pocas heladas, en los que no se registren bruscos cambios de temperatura.
Esta es una especie que se adapta a distintas zonas climáticas:
- Tropicales
- Subtropicales
- Templadas donde no se produzcan fuertes heladas.
Tal como se ha señalado, los especímenes jóvenes no resisten las temperaturas menores a 0 °C.
No obstante, procurando la debida protección durante el invierno, colocando coberturas, como telas antiheladas y promoviendo el mulch, que sirve como recubrimiento del suelo y está formado a base de producto orgánico o inorgánico, que ayuda a conservar la humedad del suelo, reduciendo el consumo de agua.
Luego de 3 o 4 años los nuevos especímenes se acondicionan y resisten heladas leves.
No obstante, su plantación y cultivo se ha llevado a zonas de clima mediterráneo y peninsular, donde ha crecido bajo ciertos cuidados específicos.
Se recomiendan zonas con buena humedad ambiente, humedad media en el suelo y suelos ricos y plantar a pleno sol.
Suelo
Este árbol requiere, para un fructífero crecimiento, de un suelo bien drenado, moderadamente arenoso, ya que un suelo seco restringe su crecimiento. Además, que tenga un pH neutro tendiendo ligeramente al ácido, el cual puede estar entre 6,0 y 7,5.
No le favorece la salinidad en el suelo, aun cuando, en general, se adapta a cualquier condición de suelo.
El jacarandá es tolerante a la arcilla, al limo y la arena, pero no debe plantarse en suelo demasiado impregnado de agua, a fin de evitar que el hongo se pudriera pudrirse.
Necesita, no obstante, una humedad constante durante el año, por que a menudo debe ser regado en los períodos de mucho calor, que impliquen sequedad.
¿Para qué sirve este árbol?
El jacarandá, además de ofrecer una vista espectacular por sus flores violetas y azules, ha sido empleado con fines terapéuticos de dolencias menores y heridas leves.
Entre esos beneficios medicinales, podemos mencionar los más significativos:
- Tiene propiedades antiséptica, antitumoral y espasmolítica.
- La corteza y las raíces de esta especie se han utilizado para tratar la sífilis.
- Las infusiones de las flores se utilizan para tratar la disentería amebiana en varias regiones de Guatemala y México.
- Las flores, las hojas y la corteza se administran para el tratamiento de la neuralgia y las varices y, en general, contra las infecciones.
- También se utiliza para tratar la hepatitis.
- En la tradición popular, las flores, las hojas y la corteza se emplean para aliviar la neuralgia y las venas varicosas.
- Los baños calientes de hojas de jacarandá tratan heridas e infecciones de la piel.
- El árbol también ayuda en el tratamiento del acné.
- Una cucharadita de jugo obtenido de las hojas de Jacaranda mimosifolia cura los problemas de salud asociados con las enfermedades venéreas.
- El extracto o jugo de las hojas también se puede aplicar externamente para aliviar las llagas o úlceras causadas por las enfermedades venéreas.
- Se ha comprobado que el aceite volátil obtenido de las hojas y la corteza de jacarandá es eficaz para el tratamiento de los bubones o inflamaciones de un nódulo linfático.
- Se ha usado como un remedio natural para tratar infecciones bacterianas, gonorrea, sífilis y leucemia.
- También se utiliza para tratar la neuralgia, las venas varicosas, el acné, tratar heridas e infecciones de la piel.
Por otra parte, el jacarandá puede servir para dar sombra y bajo sus ramas se crea un ambiente placentero y de paz.
Sus ramas se arquean de forma tal que crean una especie de pabellón a manera de paraguas volteado, lo que, combinado con su gran tamaño en su época de madurez, lo convierten en un sitio acogedor para el descanso y el relax bajo su sombra.
Este pabellón de ramas suele permitir el paso de la luz difusa, por lo que es posible cultivar hierba bajo el árbol. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el árbol puede tener raíces de gran superficie.
Asimismo, como es un árbol bastante longevo, pudiendo incluso llegar a ser centenario, ello ha hecho que su madera sea muy apreciada y utilizada en carpintería para hacer muebles.
Aves que atrae el jacarandá
Por su atractivo colorido de sus flores, esta planta del jacarandá atrae hacia sus ramas sobre todo a los colibríes que se acercan periódicamente a libar del néctar de sus flores.
Asimismo, a menudo se pueden ver sobrevolando a loros de diversas clases y los horneros, que son pequeños pájaros de unos 20 cm de longitud y plumaje de color canela y que son llamados así porque construyen sus nidos con barro y estiércol formando un horno.
Se pueden apreciar libando de este árbol a los pájaros bananeros, de nombre científico Euphonia violacea, es una ave muy social delas regiones de Argentina, Brasil y Venezuela.
También el jacarandá atrae infinidad de abejas y mariposas multicolores.
Señala la sabiduría popular que cuando se escucha mucho el trinar de aves que vuelan alrededor del jacarandá, es anuncio de primavera, pudiendo observarse que ya el árbol está por iniciar su floración.
Se pueden observar, incluso la construcción de los nidos entre sus ramas.